Una amenaza sobrevuela París. Una figura sombría, espectral, capaz de cometer las peores villanías que se puedan imaginar. Un hombre sin identidad, con la pericia de convertirse en cualquiera; un maestro del disfraz, del robo, del secuestro, del chantaje, de la suplantación de identidades y del asesinato. Fantomas es, probablemente, el primer «supervillano» de la historia tal y como conocemos actualmente la denominación, el que siguió la estela de Arséne Lupin (creado por Maurice Leblanc seis años antes) pero llevándolo más lejos.
Porque, aun siguiendo la estela de Arséne Lupin, desde el momento de su publicación, en febrero de 1911, Fantomas (y las treinta y una novelas en torno al personaje que rápidamente aparecieron) se convirtió en un fenómeno de masas, cuya popularidad trascendió todos los estratos sociales y culturales. Años más tarde, las películas de Louis Feuillade acabaron de encumbrar las hazañas del «rey de la noche» y de sus implacables enemigos, el inspector Juve y el periodista Jérôme Fandor. Y, hoy, al fin, podemos volver a leerlas y a disfrutar de ellas.
Pierre Souvestre (1874-1941) fue abogado y organizador de carreras de coches. Sin embargo, fue periodista y comenzó a ser conocido en los círculos literarios a partir de 1909 gracias a su primera colaboración con Marcel Allain: la novela Le Rour. Allain, por su parte, hijo de familia burguesa, también estudió Derecho antes de convertirse en periodista y en el asistente de Souvestre.
En febrero de 1911, se embarcaron en la serie de libros sobre Fantomas, a petición del editor Arthème Fayard. El éxito fue inmediato y duradero, y dio lugar a más de treinta novelas. Tras la temprana muerte de Souvestre por una congestión pulmonar, Allain continuó con la saga e incluso escribió otras tantas (Tigris, Falta, Miss Téria o Férocias), pero ninguna obtuvo la misma popularidad que Fantomas.
Curiosamente, en 1926, Allain se casó con la novia de Souvestre, Henriette Kistler, y con ella convivió hasta su muerte, en 1956.
Catedrático de enseñanzas medias ha ejercido docencia en centros universitarios y en institutos de educación secundaria durante más de treinta años; de ellos, seis en París como profesor de Liceo y tutor de la UNED. Es traductor de diversas obras en editoriales como Alianza o Siglo XXI y también ha preparado ediciones de clásicos, como la de Los miserables de Victor Hugo, en Castalia Prima, amén de traducciones diversas, entre las que destacan: Los miserables y Nuestra Señora de París, ambas publicadas en Edhasa.