Goldmundo es un joven inocente que ingresa en el convento de Mariabronn por designio paterno. Allí conoce a Narciso, un monje con una inteligencia fuera de lo común. A medida que aprende de él y del mundo que lo envuelve, Goldmundo empieza a ser consciente de su persona. Inseparables en su amistan, ambos personajes han de recorrer diferentes caminos: Narciso se ha de preparar como monje y busca la meditación, la soledad, la paz y el recogimiento, mientras que la llamada de la libertad y del caótico y sensible mundo llama a Goldmundo…
En una lejana e idílica Edad Media, la relación de Narciso y Goldmundo confronta, pues, dos elementos básicos de la personalidad humana: el racional y el instintivo, lo consciente y lo emotivo, la ciencia y el arte. Narciso encarna el rigor idealista, el espíritu ascético, la claridad; Goldmundo es el alma artística y errante, sumida en un problema terriblemente trágico, atraída por el amor mundano y la pasión de vivir.
«En Narciso y Goldmundo alterno constantemente la confesión de experiencias extraordinarias, y en cierto modo ejemplares, y esas etapas de la vida en las que se reconocen la imperfección, la flaqueza, la tortura infernal y la desesperación. Por esta razón tuve que dividirme en “Narciso” y “Goldmundo”».
Hermann Hesse
Es uno de los clásicos alemanes contemporáneos más indiscutible y un punto de referencia en la evolución de la literatura europea del siglo XX. Autor de Narciso y Goldmundo, Pequeñas alegrías, El lobo estepario, Siddhartha, Demian, Bajo las ruedas, San Francisco de Asís, entre otras, y de un buen número de excelentes cuentos, (Relatos esenciales y Cuentos maravillosos). Su exploración del subconsciente de los personajes y su lúcida aproximación a las culturas orientales han quedado como dos de las mayores aportaciones a la narrativa universal y lo han convertido en un escritor ineludible. En 1946 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.