La idea borgiana de que quizás el Universo sea infinito es una de las premisas sobre las que se ha fundado la laberíntica Biblioteca de los libros perdidos, que, de la mano de su bibliotecario, el autor de este libro nos invita a visitar. Borges dijo: «Basta que un libro sea posible para que exista», y esta frase preside la entrada a enormes salas, algunas de las cuales tienen en realidad un aspecto kafkiano, donde se amontonan en aparente desorden obras robadas, quemadas, desaparecidas de los modos más violentos o enigmáticos que pueda imaginarse o incluso jamás escritas, pero efectivamente creadas por sus autores.
En este delicioso juego literario, Alexander Pechmann hace un magistral recorrido por las obras que nunca llegamos a leer de Malcolm Lowry, Mérimée, Byron, Blaise Cendrars, Helmann Melville o Safo de Lesbos, en lo que es tanto una invitación a la lectura como un salto al País de las Maravillas, resumiendo argumentos, explicando cómo se perdieron o por qué motivos no llegaron a escribirse.
Ningún lector debería dejar de leer los libros que jamás podrá leer.
Nacido en Viena, en1968. Escritor, editor y traductor, sobre todo de literatura anglosajona del siglo XIX, es autor de las biografías de Herman Melville (2003) y de Mary Shelley (2006), y ha publicado un nuevo libro de anécdotas literarias: Das Haus des Bucherdiebes (2010), continuación de La biblioteca de los libros perdidos (2007).
Fue uno de los traductores del alemán más reconocidos y laureados de nuestro país. Ha traducido al español obras de, entre otros, Goethe, Thomas Mann, Kafka, Hermann Hesse, Bertolt Brecht, Elias Canetti, Günter Grass, Robert Walser y Joseph Roth.
Recibió el Premio Nacional de Traducción de España al conjunto de su obra, otorgado por el Ministerio de Cultura en 2004 y en el y también recibió el Premio Nacional a la Mejor Traducción en 1995 por la traducción de la obra Historia del Doctor Johan Fausto. Por último también recibiría el Premio de traducción de la Fundación Hesse en Alemania en 2004, aunque no fue el único premio de traducción que recibió, anteriormente también lo habían premiado e Austria.
Falleció en Peú en 2014, aquejado de una enfermedad que lo obligó a estar en silla de ruedas los últimos años de su vida, pero esto no impidió que continuara traduciendo obras hasta el final.